Thursday, May 27, 2021

 JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE  

Hoy en algunos países se celebra la 

Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

El jueves posterior a la Solemnidad de Pentecostés en algunos países se celebra la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, festividad que no aparece en el calendario de la Iglesia universal (como sí lo hacen las fiestas del Sagrado Corazón de Jesús o Jesucristo Rey del Universo), pero que se ha expandido por muchos países.  

Esta fiesta tiene sus orígenes en la celebración del sacerdocio de Cristo que en la misa latina se introdujo en algunos calendarios y que tras la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II fue renovada por la Congregación de Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote.  
La celebración fue introducida en España en 1973 con la aprobación de la Sagrada Congregación para el Culto Divino. Asimismo, ésta contiene textos propios para la Santa Misa y el Oficio que fueron aprobados dos años antes.  

Además de España, otras Conferencias Episcopales incluyeron esta fiesta en sus calendarios particulares como Chile, Colombia, Perú, Puerto Rico, Uruguay, Venezuela. En algunas diócesis este día es también la ‘Jornada de Santificación de los Sacerdotes’. 
https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-en-algunos-paises-se-celebra-la-fiesta-de-jesucristo-sumo-y-eterno-sacerdote-32331  

Jesucristo ejerce su sacerdocio durante toda su vida terrena y, sobre todo, en su pasión, muerte y resurrección. El sacrificio perfecto es el que ofreció en la cruz en ofrenda total como respuesta amorosa al amor del Padre y por nuestra salvación, y es el mismo Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote de la Nueva Alianza, quien, por el ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico, que es el mismo de la cruz. (Isaías 52, 13-53,12) 
http://www.pbible.org/spanish/index.htm  
Comentarios Isaías, capítulo 52   

52,7  Los profetas, mensajeros del Dios victorioso: ese es el sentido de buena nueva. Este término que más tarde será traducido por Evangelio, aparece aquí en la Biblia por primera vez: véase Romanos 1,1; 2 Co 2,14.   

52,13  Mi servidor será exaltado. Es el cuarto y el último canto del Servidor de Yavé; aqui es donde el profeta conocido como el «segundo Isaías» entrega todo su mensaje y es tal vez la última palabra del Antiguo Testamento con respecto a la Redención.    
El profeta entrega a Israel el significado de sus pruebas y le precisa su misión. Israel ha sido puesto en el centro de la historia y no puede esperar reposo en el mundo mientras las otras naciones no han descubierto al Dios verdadero mediante sus pruebas y sus humillaciones. Israel no tiene más título que ser el servidor de Dios, y no alcanzara la gloria ni se salvará él mismo mientras su misión no lo haya llevado a la muerte. Israel había de ser víctima, y si Dios enviaba un Salvador, éste también sería la víctima.    
Desde hacía miles de años, los hombres acostumbraban sacrificar animales y, a veces, humanos, pensando que podían descargarse sobre ellos de sus propios pecados y, luego, eliminarlos. Pero estos sacrificios o esta eliminación de los que se consideraban responsables del enojo de Dios, nunca interrumpían el ciclo de la violencia. Aquí, en cambio, se nos presenta la respuesta de Dios a nuestros males: él salva a los hombres por el sufrimiento de los inocentes y, más todavía, por el sacrificio voluntario del que acepta llevar sobre sí el pecado del mundo.    
El profeta, al escribir, tenía a la vista el pequeño grupo de los judíos fieles en el destierro a Babilonia: ellos no eran más que basura de los hombres. Pero sus humillaciones no las habían merecido por sus propias culpas, sino que llevaban las dolencias del mundo violento y pecador en que vivían. Estos creyentes eran castigados por los crímenes de su pueblo, Israel, pero Dios haría de ellos la semilla de una raza santa: verían a sus descendientes y tendrían larga vida. Esta obra de Dios sería más grande que todas las anteriores, y los reyes, al verlo, se quedarán asombrados.    

Este canto es para asombrarnos. El profeta que escribía cinco siglos antes de Cristo se refería, aparentemente, a las humillaciones del pueblo de Dios que, en su tiempo como en el nuestro, es instrumento de la salvación; pero su poema trazaba de antemano la figura del Dios hecho hombre, que se rebajó a sí mismo hasta la muerte de la cruz. Y los apóstoles, al presentar a Jesús como el salvador, se refirieron varias veces al presente texto. Ver He 8,32; 1 Pe 2,24.

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