ANA MADRE DEL PROFETA SAMUEL
Ana la Cantora, madre de Samuel. Su historia consta de una
anunciación (que puede compararse con la de la anunciación
de la madre de Sansón y de la madre de Jesús ) y de un canto
(semejante a los de María la del Éxodo15 y de Débora,
Jueces5, la profetisa triunfadora). Ésta es una historia fuerte,
ANA: MUJER DE ORACION
Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín,que se
llamaba Elcana. Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana,
y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos,mas Ana no los tenía.Y
todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para
ofrecer sacrificios a Jehová. Y cuando llegaba el día en que Elcana
ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a to-
das sus hijas, a cada uno su parte. Pero a Ana daba una parte esco
gida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido
tener hijos. Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, por-
que Jehová no le había concedido tener hijos.
En el caso de Ana, la madre de Samuel, se subraya el valor funda-
mental de la oración. Ana vive humillada por la esterilidad, pero
animada por una gran confianza en Dios, a quien se dirige con insis-
tencia para que le ayude a sobrellevar esta prueba. La gracia de la
maternidad, que Dios concede a Ana por su oración incesante, sus-
cita en ella nueva generosidad. La consagración de Samuel es la
respuesta agradecida de una madre que, viendo en su hijo el fruto
de la misericordia divina,devuelve el don, confiando ese hijo tan de-
seado al Señor. Ana llegó a ser madre por fe. Se nos presenta en
el relato como una mujer estéril. Luego pasó a ser madre y con ello
se completa su papel. Después de esto su nombre no es menciona-
do otra vez. Por tanto, la revelación de Dios ya no se expresa en
Ana, la madre, sino en Samuel, el hijo que ella pidió al Señor.En al-
gunos aspectos, pues, Ana nos recuerda a Sara, pero en otros,es
totalmente distinta. El amor de Sara, es verdad, estaba en conflicto
con el de otra mujer, antes de que fuera madre. Pero antes de que
le naciera este hijo no podemos hallar el menor rasgo de fe en Sara.
La hallamos riendo en su incredulidad, y es la firme fe de Abraham
la que la induce a creer.
No se puede decir que el marido de Ana ejercía una influencia simi
lar a la de Abraham en su esposa. No cabe duda que era un buen
hombre. Iba a Silo a adorar en el santuario cada año, y amaba a
Ana mucho más que a Penina, su otra esposa. Para Elcana el pro-
blema de Ana era su esterilidad. Y lo enfocaba desde un punto es-
trictamente psicológico: «Ana, ¿por qué lloras? ¿No te soy yo me-
jor que diez hijos?» No vemos en parte alguna que tuviera una fe
firme. Se resignaba fácilmente a la condición de Ana. No participa-
ba en la lucha de la oración con Dios, como hacía Abraham. No
ponemos en duda que oraría de vez en cuando: «Señor,dale a Ana
mi querida esposa un hijo.» Pero estas oraciones generales no im-
plican un conflicto profundo para el alma, y muchas veces quedan
sin contestar. Por otra parte,Ana tenía una concepción clara de que
Dios podía concederle un hijo. Nuestra generación tiende a confiar
en la ciencia en circunstancias similares, olvidando que es Dios
quien rige los destinos de los hombres. Para Ana todo se reducía a
un problema de fe. El hijo tenía que serle dado por Dios.Y en reali-
dad, Dios había hecho grandes planes para ella.Este era un momen
to decisivo en la historia de su pueblo y Dios había dispuesto que
Samuel, el futuro profeta, naciera de Ana. En su espera prolongada
vemos que Dios está preparando a Ana para su decisiva contri-
bución a la vida de Samuel.
abate y ensalza» (1 Samuel 2:7).
7 Cada año, cuando ella subía a la casa de Yavé,pasaba lo mismo:
la otra revivía su pena y Ana se ponía a llorar y no comía más.8 El-
cana, su marido, le decía: «Ana, ¿por qué lloras,por qué no comes,
por qué estás tan triste? ¿No valgo para ti más que diez hijos?»
9 Ese día,después que comieron y bebieron en Silo, Ana vino a
presentarse ante Yavé mientras el sacerdote Helí estaba sentado
en su sillón junto a la puerta del Santuario de Yavé. 10 Muy apena-
da rezó a Yavé sin dejar de llorar; 11 le hizo esta promesa: «Yavé
de los ejércitos, mira con bondad la pena de tu sierva y acuérdate
de mí. No te olvides de tu sierva, sino que dale un hijito. Lo consa-
graré a Yavé para el resto de sus días y la navaja no pasará por su
cabeza».
12 Estuvo orando allí un largo rato delante de Yavé mientras Helí
la miraba. 13 Como Ana oraba en el fondo de su corazón, casi no
movía los labios y no se oía lo que decía.14 Helí pensó que estaba
ebria y le dijo: «¿Hasta cuándo te vas a quedar ahí en ese estado?
¡Ándate hasta que se te pase la borrachera!» 15 Ana le respondió:
«Señor, yo sólo soy una mujer que tiene pena; no he tomado vino
ni bebida alcohólica, sino que estaba expandiendo mi corazón de-
lante de Yavé. 16 No tomes a tu sirvienta por una mujer cualquie-
ra; si me quedé tanto rato orando ha sido porque mi sufrimiento y
mi pena son muy grandes». 17 Helí entonces le dijo: «Vete en paz,
y que el Dios de Israel atienda la oración que acabas de hacerle».
18 Ella le respondió: ¡Ojalá tu sierva sea siempre bien vista por ti!
Se levantó, comió, y su cara tenía otro aspecto. 19 Se levantó muy
temprano y después de haberse postrado ante Yavé, emprendie-
ron el regreso a su casa de Ramá.20 Elcana tuvo relaciones con su
mujer Ana y Yavé se acordó de ella. Cuando se hubo cumplido el
plazo, Ana dio a luz un niño,al que puso el nombre de Samuel,pues
decía: «Se lo pedí a Yavé».
En su tribulación Ana se rinde por completo a la confianza de Dios.
Su fe firme es que Dios puede convertirla en madre. Podemos lla-
marle intuición,podemos llamarlo inspiración divina,pero había algo
que instigaba a Ana, que la hacía persistir. No se contentaba sin el
hijo. Se desentendía de todo lo que la rodeaba, incluso de la irrita-
ción, que le causaba Penina, que tenía varios hijos, no daba mucho
valor a la consolación que le prodigaba su esposo; su mirada esta-
ba fija sólo en Dios.
Había llegado otra vez el tiempo en que Elcana y su esposa iban a
Silo para las festividades. Y entrando en el santuario «con amargu-
ra del alma oró a Jehová y lloró abundantemente». Oró con todo
el fervor de su alma. Luchaba con Dios y no estaba dispuesta a ce-
der hasta recibir respuesta a su oración. No sabemos todos los mo-
tivos en la mente de Ana. Es posible que no fueran todos ellos pu-
ros. La imagen de Penina y el deseo de triunfar sobre ella y librarse
de sus burlas es posible que la empujara. Al leer su cántico vemos
que menciona la satisfacción de haberse resarcido de las anteriores
mofas que ella le hacía. Pero esto era secundario. Su deseo era un
hijo para dedicarlo al Señor, según vemos en el voto solemne que
hace. Y Ana tiene fe en el hecho que Dios puede concedérselo.
Veía la respuesta no como meramente posible, sino cierta. Su fe la
inducía a aferrarse al Dios vivo.
Ana ofrece a Samuel a Dios en Silo
para que se dedicara para siempre
a servir junto al altar
La petición fue contestada. El Señor le dio a Samuel. Como es na-
tural,no toda madre está dispuesta a entregar a su hijo a Dios en el
momento de nacer. A través de Ana, sin embargo, este pensamien-
to pasa de Dios a cada madre cristiana. Como Ana tienen que re-
conocer que Dios es el que da los hijos. Cuando se hace este reco-
nocimiento las madres están más dispuestas a dedicar a sus hijos al
Señor que los ha creado. La gracia y la maternidad otorgada por
Dios a Ana, fruto de su oración incesante, suscita en ella una nueva
generosidad.La consagración de Samuel es la respuesta de una ma
dre que, reconociendo en su hijo el fruto de la misericordia divina,
responde a este don confiando el tan esperado hijo al Señor.
Y al año le dio Dios a Ana su primer hijo, al cual le puso por
nombre Samuel, que significa "Dios me ha escuchado", porque ella
decía "Dios ha escuchado la oración que yo le hice pidiéndole un
hijo". Cuando el niño ya fue grandecito, la mamá lo llevó a la Casa
de oración en Silo y se lo ofreció a Dios para que se dedicara para
siempre a servir junto al altar.Y llevó de regalo al templo un novillo
de tres años, un bulto de harina y una vasija de vino y entonó un
hermoso himno diciendo: "Mi corazón se regocija por el Señor,por
que no hay santo como nuestro Dios, pues El a la mujer estéril le
permite tener hijos. El Señor hunde en el abismo y levanta;da la po
breza y la riqueza; humilla y enaltece. El levanta del polvo al desva
lido; alza de la basura al pobre. El guarda los pasos de sus amigos.
El es un Dios que sabe; El es quien pesa todas las acciones".
La situación de Penina era conocida por el Señor quien estaba
anhelante de llenar su corazón plenamente. Pero ella no lo buscó, y
si lo hizo alguna vez, no esperó en Dios. Tenía las mismas oportuni
dades y posibilidades que Ana para ser restaurada. Pero lo perdió
todo, porque decidió hacerlo a su manera. Ella era una mujer ben-
decida, todo lo que Penina tenía era por lo que Ana tanto oraba,
pero aquélla estaba tan enceguecida por el dolor, los celos y la ra-
bia que no valorizó lo que Dios le había dado. Y terminó perdien-
do más. No perdamos la bendición de Dios, haciendo lo incorrec-
to. Busquemos a Dios, Él es nuestro refugio.
En el relato de esta extraordinaria maternidad que hemos evocado,
es fácil descubrir el lugar tan importante que la Biblia otorga a las
madres en su misión de dar hijos. En el caso de Samuel, Ana repre
senta un papel fundamental al decidir dárselo al Señor.
El pasaje más significativo de la historia de Ana no es la “anuncia-
ción” (su promesa de ofrecer a Dios la vida de su hijo), sino el can-
to de agradecimiento y profecía (1 Sam 2, 1-10), que ella eleva a
Dios después de haberlo obtenido y ofrecido. Este canto (unido a
los de → María y Débora) constituye una de las expresiones más
significativas de la fe de Israel, desde la perspectiva de una mujer,
que es gran profetisa y vidente del pueblo, pues “ve” lo que ha de
pasar e interpreta desde Dios la historia israelita.
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__P6Q.HTM
AMOR TIERNO: ELCANA Y ANA
LIBRO PRIMERO DE SAMUEL
http://www.pmministries.com/CEES/2007/ES3/LC/GC8.pdf
SAMUEL
Samuel (en hebreo: שְׁמוּאֵל, "Aquel que escucha a Dios") es un per-
sonaje del Antiguo Testamento. Profeta y último juez de Israel.
Según los datos que él mismo aporta en el Primer Libro de Samuel,
pertenecía a la tribu de Leví. Existe un error común, por el cual la
gente piensa que pertenecía a la tribu de Efraín; este malentendido
proviene de la palabra hebrea אפרתי, efrateo,o sea, proveniente de
Efrat o Efrata, tal como lo expresa el primer versículo del Primer
Libro de Samuel: "...Elcaná hijo de Jeroam...efrateo (y no efraimita,
como se puede comprobar en una versión en hebreo). Efrat o Efra-
ta es Belén, como explícitamente lo expresa el Libro de Génesis
(35:19):Así murió Raquel,y la sepultaron en el camino que va hacia
Efrata, que es Belén.
http://www.youtube.com/embed/nPxORUsM51M
La historia de Samuel, el primero de los grandes profetas
que dejaron una huella indeleble en la vida de Israel.
Los libros de SAMUEL formaban originariamente una sola obra,
que luego fue dividida en dos partes, debido a la considerable ex-
tensión de la misma. Esta obra abarca un amplio e importante pe-
ríodo de la historia de Israel. Es el que transcurre entre el fin de la
época de los Jueces y los últimos años del reinado de David,o sea,
entre el 1050 y el 970 a. C. Israel vive en este tiempo una difícil
etapa de transición, que determina el paso del régimen tribal a la
instauración de un estado monárquico.
LIBRO PRIMERO DE SAMUEL
LIBRO SEGUNDO DE SAMUEL
EL PROFETA SAMUEL (animación)
LOS PROFETAS DE LA BIBLIA
DESDE SAMUEL HASTA JUAN EL BAUTISTA
eress...TU
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