MES DE JULIO DEDICADO A LA PRECIOSISIMA
SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Instituida en 1849 por el papa Pío IX, la fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor, fue elevada al rango de doble de la clase por Pío XI, con ocasión del decimanono centenario de la muerte del Salvador.
Al recordarnos la escena del Calvario, con la lanzada que atravesó el costado del divino crucificado, quiere subrayar la liturgia de la fiesta el sentido y el alcance infinito del sacrificio del Calvario. El evangelio es el de la fiesta del Sagrado Corazón; la epístola, la del domingo de Pasión: son los grandes temas de la redención a un mismo tiempo por la sangre y por el amor del Salvador. «Tierra, océano, cielos, universo; todo se lavó en este río.»
«Mi Carne es verdadera comida, y Mi Sangre verdadera bebida; el que come Mi Carne, y bebe Mi Sangre, en Mí mora, y Yo en él.» (Jn 6, 56-57)
1º DE JULIO: FESTIVIDAD de la PRECIOSÍSIMA SANGRE de NUESTRO SEÑOR
“…Hemos llegado al último Domingo de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, mientras que en julio la Iglesia expresa con particular intensidad la devoción a la Preciosísima Sangre de Cristo. Con estas celebraciones espirituales, la tradición invita a fijar la mirada de la fe en el misterio del Amor de Dios, que se ha revelado en la Encarnación del Hijo. A los hombres y a las mujeres de hoy, que, sumergidos en un mundo secularizado, corren el riesgo de perder el centro de gravedad de su propia existencia, Cristo les ofrece su Corazón humano y divino, fuente de reconciliación y principio de vida nueva en el Espíritu Santo…”
“Empieza hoy el mes de julio, que la tradición popular dedica a la contemplación de la Preciosísima Sangre de Cristo, misterio insondable de Amor y Misericordia. En la liturgia de hoy, el apóstol San Pablo afirma en la Carta a los Gálatas que “para ser libres nos libertó Cristo” (Ga 5, 1) Esta libertad tiene un precio muy alto: la Vida, la Sangre del Redentor. ¡Sí! La Sangre de Cristo es el precio que Dios pagó para librar a la humanidad de la esclavitud del pecado y de la muerte. La Sangre de Cristo es la prueba irrefutable del Amor del Padre Celestial a todo hombre, sin excluir a nadie.
Todo esto lo subrayó muy bien el beato Juan XXIII, devoto de la Sangre del Señor desde su infancia, cuando en su hogar oía rezar sus letanías especiales. Elegido Papa, escribió una Carta Apostólica para promover su culto. 30 de junio de 1960),
EPISTULA APOSTOLICA INDE A PRIMIS IOANNES PP. XXIII AD VENERABlLES FRATRES PATRIARCHAS, PRIMATES, ARCHIIEPISCOPOS, EPISCOPOS ALIOSQUE LOCORUM ORDINARIOS, PACEM ET COMMUNIONEM CUM APOSTOLICA SEDE HABENTES: DE CULTU PRETIOSISSIMI SANGUINIS D. N. IESU CHRISTI PROMOVENDO.
invitando a los fieles a meditar en el valor infinito de esa Sangre, de la que “una sola gota puede salvar a todo el mundo de cualquier culpa” (Himno Adoro Te Devote: https://www.youtube. com/embed/MPtog6snCzI). (Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II domingo I de Julio del 2001
Las figuras del Antiguo Testamento referidas a la sangre y a su valor salvífico se han realizado de modo perfecto en Cristo, sobre todo en su Pascua de Muerte y Resurrección. Por esto el misterio de la Sangre de Cristo ocupa un puesto central en la fe y en la salvación. Con el misterio de la Preciosísima Sangre de Cristo se relacionan o remiten al mismo:
-El acontecimiento de la Encarnación del Verbo (cfr. Jn 1,14) y el rito de incorporación del recién nacido Jesús al pueblo de la Antigua Alianza, mediante su Circuncisión (cfr. Lc 2,21);
-La figura bíblica del Cordero, con una multitud de aspectos e implicaciones: “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29.36); en la que confluye la imagen del ”Siervo sufriente” de Isaías 53, que carga sobre Sí los sufrimientos y el pecado de la humanidad (cfr. Is 53,4-5); “Cordero pascual” (cfr. Ex 12,1; Jn 12,36), símbolo de la redención de Israel (cfr. Hech 8,31-35; 1 Cor 5,7; 1 Pe 1,18-20);
-El “Cáliz de la Pasión”, del que habla Jesús, aludiendo a su inminente muerte redentora, cuando pregunta a los hijos de Zebedeo:“¿Podéis beber el cáliz que Yo voy a beber?”(Mt 20,22; cfr. Mc 10,38) y el Cáliz de la Agonía del huerto de los olivos (cfr. Lc 22,42-43), acompañado del sudor de Sangre (cfr. Lc 22,44);
-El Cáliz Eucarístico, que en el signo del vino contiene la Sangre de la Alianza nueva y eterna, derramada por la remisión de los pecados, y es memorial de la Pascua del Señor (cfr. 1 Cor 11,25) y bebida de salvación, conforme a las palabras del Maestro: ”el que come Mi Carne y bebe Mi Sangre tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el último día” (Jn 6,54);
-El acontecimiento de la muerte, porque mediante la Sangre derramada en la Cruz, Cristo puso paz entre el Cielo y la tierra (cfr. Col 1,20);
-El golpe de la lanza que atravesó el Cuerpo de Cristo, de cuyo Costado abierto brotaron Sangre y Agua (cfr. Jn 19,34), testimonio de la Redención realizada, signo de la vida sacramental de la Iglesia –Agua y Sangre, Bautismo y Eucaristía-, símbolo de la Iglesia nacida de Cristo dormido en la Cruz.
Con el misterio de la Preciosísima Sangre de Cristo se relacionan, de modo particular, los títulos de Redentor, porque Cristo con su Sangre inocente y preciosa nos ha rescatado de la antigua esclavitud (cfr. 1 Pe 1,19) y nos“limpia de todo pecado” (1 Jn 1,7); de sumoSacerdote de los “bienes futuros”, porque Cristo “no con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia Sangre entró una vez para siempre en el santuario, obteniéndonos la redención eterna” (Heb 9,11-12); de Testigofiel (cfr. Ap 1,5) que hace justicia a la sangre de los mártires (cfr. Ap 6,10), que “fueron inmolados por la Palabra de Dios y por el testimonio que dieron de la misma” (Ap 6,9); de Rey, el cual, Dios, “reina desde el madero”, adornado con la púrpura de su propia Sangre; de Esposo y Cordero de Dios, en cuya Sangre han lavado sus vestiduras los miembros de la comunidad eclesial –la Esposa–(cfr. Ap 7,14; Ef 5,25-27).
La extraordinaria importancia de la Sangre de Cristo ha hecho que su memoria tenga un lugar central y esencial en la celebración del misterio del culto: ante todo en el centro mismo de la Asamblea Eucarística, en la que la Iglesia eleva a Dios Padre, en acción de gracias, el “cáliz de la bendición” (1 Cor 10,16) y lo ofrece a los fieles como Sacramento de verdadera y real“comunión con la Sangre de Cristo” (1 Cor 10,16), y también en el curso del Año Litúrgico.
La Iglesia conmemora el misterio de la Preciosísima Sangre de Cristo, no sólo en la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Señor, sino también en otras muchas celebraciones, de manera que la memoria cultual de la Sangre que nos ha rescatado (cfr. 1 Pe 1,18) está presente durante todo el Año. En el Triduo Pascual, el valor y la eficacia redentora de la Sangre de Cristo son objeto de memoria y adoración constante. En el Viernes Santo, durante la adoración de la Cruz, y en el día de Pascua. La fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo se celebra el 1 de Julio.
La veneración de la Sangre de Cristo ha pasado del culto litúrgico a la piedad popular, en la que tiene un amplio espacio y numerosas expresiones. Entre éstas hay que recorder:
-La Corona de la Preciosísima Sangre de Cristo, en la que con lecturas bíblicas y oraciones son objeto de meditación piadosa“Siete efusiones de Sangre” de Cristo, explícita o implícitamente recordadas en los Evangelios: la Sangre derramada en la Circuncisión, en el Huerto de los Olivos, en la Flagelación, en la Coronación de espinas, en la subida al Monte Calvario, en la Crucifixión, en el golpe de la lanza;
-Las Letanías de la Sangre de Cristo: el formulario actual, aprobado por el Papa Juan XXIII el 24 de Febrero de 1960, se despliega desde un argumento en el que la línea histórico-salvífica es claramente visible y las referencias a pasajes bíblicos son numerosas; http://www.corazones.org/oraciones/oraciones_jesus/sangre_cristo.htm
-La Hora de adoración a la PreciosísimaSangre de Cristo, que adquiere una gran variedad de formas, pero con un único objetivo: la alabanza y la adoración de la Sangre de Cristo presente en la Eucaristía, el agradecimiento por los dones de la Redención, la intercesión para alcanzar misericordia y perdón, la ofrenda de la Sangre Preciosa por el bien de la Iglesia;
-El Vía Sanguinis: un ejercicio de piedad reciente que, por motivos antropológicos y culturales, ha tenido su origen en África, donde hoy está particularmente extendido entre las comunidades cristianas. En el Vía Sanguinislos fieles, avanzando de un lugar a otro como en el Vía Crucis, reviven los diversos momentos en los que el Señor Jesús derramó su Sangre por nuestra salvación.
Información tomada de:
SAN GASPAR DE BUFALO
MISIONEROS DE LA PRECIOSA SANGRE
Gaspar significa: el que administra tesoros.
S. Gaspar del Búfalo, el apóstol a la devoción de la Preciosa Sangre, nació en Roma el 6 de Enero de 1786. Como sacerdote desarrolló su trabajo de apostolado en Roma y después se convirtió en un misionero dedicado. En sus viajes misioneros en Italia invitó a los fieles a reflexionar y adorar la Preciosa Sangre de Cristo. En el año 1815 fundó la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre; en 1834, con su apoyo, Sta. Maria de Mattias fundó la Congregación de las Hermanas Adoratrices de la Sangre de Cristo. Gaspar fue beatificado por S. Pío X en 1904 y canonizado por Pío XII en 1954. Manifestando su particular devoción a S. Gaspar del Bufalo, el Papa Juan XXIII visitó su cuerpo en la iglesia de Santa Maria en Trivio el 4 de Enero de 1963, donde permanece para la veneración por los fieles.
Juan XXIII definió a S. Gaspar como “el verdadero y mayor apóstol de la devoción a la Preciosa Sangre en el mundo”; su máxima era: “hablar poco, hablar bien, hablar en el momento oportuno”.
Adoremos con todo nuestro corazón la Sangre Preciosísima de Nuestro Señor, especialmente durante la Santa Misa, cuando está delante de nosotros, presente en el Altar…
Agradezcamos al Divino Salvador por su infinito amor y por todos los dones, conocidos o desconocidos, que nos ha adquirido con su Sangre…
Digámosle a menudo, con gran y vehemente deseo, pero en un sentido opuesto al de los judíos: ¡Oh Jesús, que vuestra Sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Que corra sobre nuestra alma y la penetre, para purificarla, fortalecerla, vivificarla, santificarla. Amén.
eress...TU
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