Friday, June 1, 2018

3 DE JUNIO 2018 - CORPUS CHRISTI - SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

3 DE JUNIO 2018 - SANTISIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - SOLEMNIDAD  
El Domingo que sigue a la solemnidad de la Santísima Trinidad, la Iglesia celebra la tradicional fiesta del Corpus Christi: la fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Como bien nos indica la liturgia, se trata de un "sacramento admirable" en el que el mismo Señor Jesús nos ha dejado el memorial de su Pasión. Este misterio eucarístico exige veneración, pero también experiencia de redención que todos debemos palpar en la vida personal y comunitaria (Cfr. Oración colecta). 
HISTORIA DE LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI  
La Solemnidad de Corpus Christi se remonta al siglo XIII. Dos eventos extraordinarios contribuyeron a la institución de la fiesta: Las visiones de Santa Juliana de Mont Cornillon y El milagro Eucarístico de Bolsena/Orvieto. 

El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena: un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. 

La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los corporales -donde se apoya el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre. 
A - SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO  
Lecturas del día:  

Primera: Dt 8, 2-3.14b-16a; 
El Deuteronomio pone en boca de Moisés tres grandes y solemnes discursos ante el pueblo, antes de entrar en la tierra prometida. Algunos han catalogado el Deuteronomio como el “testamento de Moisés”, refiriéndose a sus últimas palabras, llenas de unción y de una honda espiritualidad. 

Salmo 147; 
Alégrate, Jerusalén. -Alégrese la Iglesia, porque su Señor «reforzó los cerrojos de sus puertas». Los poderes del mal y de la muerte no la podrán vencer. Bendijo a sus hijos y les dio «su» paz, no como la del mundo. La alimenta con su palabra y con la flor del trigo: su cuerpo hecho Pan de Vida. 

Segunda: 1 Cor 10, 16-17; 
Pablo orienta a una comunidad de los peligros de división. Aprovecha el contexto comunitario de la Eucaristía para hacer algunas aplicaciones prácticas a este respecto. La palabra clave es: el Cáliz, el Pan… ¿no nos “une” a todos, en la sangre, en el cuerpo de Cristo?.  

Evangelio: Jn 6, 51-58 
La gente había sentido resistencia frente a las palabras de Jesús cuando dijo “He bajado del cielo”. Inmediatamente dijeron: pero si conocemos a la mamá, al papá, si este es Jesús! Y entonces la encarnación suscitó una gran dificultad. Hoy nos encontramos con otra resistencia. Cuando Él dijo “Mi carne para la vida del mundo” inmediatamente la gente se pregunta: “¿Cómo puede éste hombre darnos a comer su carne?”. 
Nexo entre las lecturas 

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna. Estas palabras del evangelio de San Juan nos introducen en el misterio de la presencia Eucarística que celebramos en esta solemnidad. La liturgia nos ofrece tres elementos que orientan nuestra reflexión: la experiencia del desierto del pueblo de Israel, el alimento del camino y la vida que no es derrotada por la muerte. 

El libro del Deuteronomio (1L) evoca el paso del pueblo por el desierto. Este memorial tiene el objeto de despertar la responsabilidad de los oyentes con respecto a las tareas presentes. La historia enseña al pueblo de Israel que su paso por el desierto, lleno de adversidades y contratiempos, no es simplemente una situación ciega, ajena a todo sentido y significado, sino un momento de prueba. Un momento en el que Dios penetra el corazón, se hace presente y ofrece el sustento a los que desfallecen. 

Yahveh sale al paso de sus necesidades y les da el maná. Este alimento que el Señor ofrece en el desierto sostiene la vida del pueblo y lo ayuda a continuar la marcha. Así como en el pasado, Israel atravesó por el desierto y Dios probó su corazón y lo mantuvo en vida, así ahora, en el presente de nuestras vidas el Señor no es ajeno a la suerte humana. . En verdad, Dios es amigo de la vida y no odia nada de cuanto ha creado. 

Esta verdad encuentra su plenitud en Cristo que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Por eso nos da a comer su carne, verdadera comida, y a beber su sangre, verdadera bebida, para que tengamos vida eterna (EV). Participando todos de un solo pan (Eucarístico) formamos un solo cuerpo (2L).  
Mensaje doctrinal 

1. El significado de la experiencia del desierto para el pueblo de Israel. 

La experiencia del Éxodo -nos dice el Santo Padre en la Evangelium Vitae- es original y ejemplar. Israel aprende de ella que, cada vez que es amenazado en su existencia, sólo tiene que acudir a Dios con confianza renovada para encontrar en él asistencia eficaz: « Eres mi siervo, Israel. ¡Yo te he formado, tú eres mi siervo, Israel, yo no te olvido! » (Is 44, 21). 

EV 31. Parece que Dios en su pedagogía desea llevar al alma al desierto y allí probar su corazón y hablarle al corazón. Una prueba y una palabra. Una prueba que purifica, que hace crecer, que fortalece el alma. Una palabra que ilumina, que orienta y crea una amistad profunda. La experiencia de Dios pasa siempre por una especie de desierto donde el alma se desprende de sí, se purifica de sus pasiones y va ascendiendo por etapas hasta entonces desconocidas. 

Entonces tiene una experiencia nueva y más profunda de Dios y de su amor. Así lo expresa el profeta Oseas hablando de cómo Yahveh es esposo fiel del pueblo infiel: Voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. En el desierto la esposa infiel conocerá al Señor, volverá al amor primero. El Señor habla al corazón, toma cuidado de su pueblo y lo quiere como un esposo quiere a su esposa. No lo abandona, incluso cuando Él mismo es abandonado.  

En el texto del Deuteronomio que hoy nos ocupa la experiencia del desierto es una prueba que desvela lo que hay en el corazón; una prueba para ver si el pueblo guarda los preceptos de Yahveh. Pero, sobre todo, se subraya que el Señor es quien da sustento a su pueblo en las horas de peligro, y que este sustento no es sólo el pan material, sino cuanto sale de la boca de Dios. 

Se le pide a Israel una confianza y un abandono no indiferente ante Yahveh. Se le pide que deje toda preocupación material en las manos de Dios y que se ocupe en seguir la marcha que se le ha propuesto. Un mensaje arduo: alimentarse sólo de la Palabra de Dios, dar crédito total y sin limitaciones a los planes de Dios en la propia vida, sin temores, sin reticencias. Mensaje siempre actual. 
2. El significado de la presencia eucarística. 

Gracias a Jesucristo, hombre y Dios verdadero, nos es concedida, por medio de la fe, la vida eterna. En el evangelio de hoy se subraya que Jesús mismo es el pan de vida: su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida y sólo el que come su carne y bebe su sangre tiene vida eterna. 

Se trata de un lenguaje muy realista que llama la atención. El evangelista hablando de este modo, quiere dar a entender que el pan eucarístico es “verdaderamente” el cuerpo de Cristo y el vino consagrado es “verdaderamente” la sangre de Cristo. Quien come este cuerpo y bebe esta sangre tiene la vida eterna y la promesa de Cristo de que lo resucitará el último día.  

Nos encontramos pues de frente al maravilloso misterio de la presencia real de Cristo en el Eucaristía. El catecismo de la Iglesia Católica nos dice en el número 1374: El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos" (S. Tomás de A., s.th. 3, 73, 3). 

En el santísimo sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Cc. de Trento: DS 1651). "Esta presencia se denomina `real´, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen `reales´, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente" (MF 39). No es, por tanto, una simple presencia simbólica, sino una presencia real. En el sacrificio de la Misa ha tenido lugar la transubstanciación: el pan se ha convertido en el verdadero cuerpo de Cristo y el vino en la verdadera sangre de Cristo.  

Cristo se hace totalmente presente y se nos ofrece como alimento, como viático del camino. Su gracia es la que nos sostiene, su amor es el que nos reanima. Gracias a su sacrificio y a su presencia eucarística nosotros podemos aspirar a la vida eterna. 

San Juan Crisóstomo comenta al respecto: Cuando veas que está sobre el altar el cuerpo de Cristo, di a ti mismo: por este cuerpo no soy ya en adelante tierra y ceniza; ya no soy cautivo sino libre; por este cuerpo, espero los cielos y estoy seguro de que obtendré los bienes que hay en ellos: la vida inmortal, la suerte de los apóstoles, la conversación con Cristo. 

Éste es aquel cuerpo que fue ensangrentado, traspasado con lanza y que manó fuentes saludables, la de la sangre, la del agua para toda la tierra... Este cuerpo se nos dio para que lo tuviéramos y comiéramos, lo cual fue de amor intenso". (S.Juan Crisostomo, In epist. 1 ad Cor 24,4: PG 61, 203; R1195).  

El sacramento de la Eucaristía es el sacramento que nos hace más patente el “amor hasta el fin” de Cristo Señor. En la Eucaristía encontramos la vida, en la Eucaristía encontramos las fuerzas para seguir el camino, en la Eucaristía encontramos al amigo incomparable de nuestras almas que está allí siempre para escucharnos y ofrecernos su amistad. 

Podemos atravesar ya cualquier desierto, podemos ser puestos a prueba por innumerables adversidades, en la Eucaristía encontraremos las fuerzas necesarias para superar el combate.  
Sugerencias pastorales  

1. Promoción del amor a la Eucaristía. 

En tiempos pasados, cuando el sacerdote celebraba la Eucaristía mirando a oriente y daba la espalda al pueblo, los fieles deseaban ardientemente poder mirar la Eucaristía en el momento de la elevación. En algunos casos, nos narran los historiadores, se subían a las bancas para tener una mejor visión o incluso se movían de un altar lateral a otro para poder tener esta oportunidad. 

En los fieles, por tanto, existe un vivo deseo de mirar a Jesús sacramentado. Lo percibimos en las procesiones Eucarísticas, en los momentos de adoración con el Santísimo expuesto, en el momento mismo de recibir la comunión. Como pastores nos corresponde promover el amor a la Eucaristía usando todos los medios a nuestro alcance. Entre ellos podemos destacar los siguientes:  
a) Valoración del sentido de lo Sagrado en la Celebración Eucarística y en el culto al Santísimo Sacramento en el tabernáculo. 

Esta valoración la podemos hacer por muy diversos medios como el cuidado y decoro de la acción litúrgica, de los vasos sagrados, de los ornamentos. La instrucción de los fieles en la homilía, en conferencias y catequesis. Finalmente, esta valoración de lo sagrado convendría hacerla desde la infancia y muy particularmente en la preparación a la primera comunión.  
b) La participación activa en la celebración Eucarística. 

Esta participación requiere de unos presupuestos. Es decir, los fieles deben acercarse a la celebración con unas disposiciones interiores que favorezcan la vivencia de la Misa. En especial pensamos en el silencio y el recogimiento. Son dos condiciones sin las cuales difícilmente se podrá participar con fruto en la celebración. 

Silencio de las palabras. Silencio de las inquietudes. Se trata de disponer el alma para entrar en el ámbito de Dios. Después, en la celebración misma, se buscará una participación activa en las respuestas, en los cantos, en las posturas, pero sobre todo en la actitud del alma de unirse al sacrificio de Cristo en el altar. Éste es el sentido original del “participar”, es decir, tomar parte en el sacrificio de Cristo. 

La actitud del Cireneo es muy instructiva a este respecto, él toma parte en la cruz de Cristo y la recibe como un don. El cristiano que verdaderamente “participa”, “toma parte en la cruz de Cristo”, sale del templo santo con una nueva actitud ante la vida y con una nueva conciencia de su misión como cristiano.  
c) Promoción de la adoración eucarística. 

Es sumamente conmovedor ver que en medio de las grandes ciudades, se encuentran capillas e Iglesias en las que se tiene la adoración eucarística permanente. Pensemos, por ejemplo, a la misma Basílica de San Pedro. En la capilla del Santísimo Sacramento vemos desfilar un número enorme de personas que se recogen para orar un momento en medio de su visita a la tumba de San Pedro. 

El momento de adoración es para ellos ocasión para detenerse y experimentar la presencia eucarística de Cristo. 

¡Cuánto bien haremos a nuestro fieles ayudándoles a vivir una vida eucarística intensa! Se tratará de promover pues la adoración eucarística en diversos momentos. Sabemos, por ejemplo, que a los jóvenes les resulta muy motivadora la adoración eucarística nocturna. Desean pasar a solas con Cristo un momento en medio de la obscuridad y el silencio.  
2. Promoción entre los fieles de la recepción digna y frecuente del sacramento de la Eucaristía. 

Esto supone una acción a dos niveles. Por una lado conviene insistir en todos los frutos espirituales que se siguen de la comunión frecuente; pero, por otro lado, conviene insistir en la necesidad de acercarse al sacramento con una conciencia limpia. En este sentido es importante valorar la necesidad del sacramento de la penitencia.  
9 Versículos de la Biblia sobre Comer el Cuerpo de Cristo 
34 Versículos de la Biblia sobre La sangre de Jesucristo
Milagro Eucarístico de Bolsena 
Origen de la celebración del Corpus Christi 
10 cosas que todo cristiano debe saber del Corpus Christi 
¿Por qué celebramos el Corpus Christi?  
Participa de la celebración del Corpus Christi en tu diócesis o en tu parroquia y da gracias a Jesús por quedarse  con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, porque: "El tiempo que uno pasa con Jesús en el Santísimo Sacramento, es el tiempo mejor invertido en la tierra". Santa Madre Teresa de Calcuta. 
Francisco en el Corpus Christi: La Eucaristía sana el recuerdo del mal sufrido y cometido 
TEXTO COMPLETO: Homilía del Papa Francisco en la Misa del Corpus Christi 2017 
Misa presidida por el Papa Francisco en la Solemnidad del Corpus Christi y procesión Eucarística   
18 de junio de 2017.- (Radio Vaticano / Camino Católico)   El Papa Francisco presidió este domingo por la tarde en Roma, la celebración de Corpus Domini. Después de la misa vespertina en la basílica de San Juan de Letrán, la procesión acompañada por miles de fieles llegó hasta la basílica de Santa María la Mayor. La festividad se ha celebrado por primera vez el domingo, como en muchas diócesis del mundo, en cambio del jueves como era habitual. El Santo Padre tomó esta decisión para permitir una mayor participación de los fieles. 
El Corpus Christi: La Fiesta de las Presencias _ Javier Burrieza 
19-5-2016 " El Corpus Christi: La Fiesta de las Presencias" es el titulo de la conferencia pronunciada por Javier Burrieza, profesor de Historia Moderna en la Universidad de Valladolid, en la parroquia del Santísimo Salvador. 
Italy, Orvieto Cathedral 
Italia, Catedral de Orvieto  
Expedición 2011. Full HD, fotógrafo: Samuel Magal Proyecto de fotografía 'Catedrales en Europa occidental' fue en 2011 de abril a mayo, el proyecto está tomado Catedrales en detalle todos los aspectos de los exteriores de la catedral y el interior.  
eress...TU

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