PAPA FRANCISCO ENCUENTRO CON LA SOCIEDAD CIVIL EN LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO ECUADOR
Texto completo del discurso del Papa a los líderes de Ecuador
2015-07-07
Queridos amigos:
Buenas tardes y perdonen si me pongo de costado, pero necesito la luz sobre el papel. No veo bien. Me alegra poder estar con ustedes, hombres y mujeres que representan y dinamizan la vida social, política y económica del País.
Justo antes de entrar en la Iglesia, el Señor Alcalde me ha entregado las llaves de la ciudad. Así puedo decir que aquí, en San Francisco de Quito, soy de casa. Ese símbolo que es muestra de confianza y cariño, al abrirme las puertas, me permite presentarles algunas claves de la convivencia ciudadana a partir de este ser de casa, es decir a partir de la experiencia de la vida familiar.
Nuestra sociedad gana cuando cada persona, cada grupo social, se siente verdaderamente de casa. En una familia, los padres, los abuelos, los hijos son de casa; ninguno está excluido. Si uno tiene una dificultad, incluso grave, aunque se la haya buscado él, los demás acuden en su ayuda, lo apoyan; su dolor es de todos. Me viene a la mente la imagen de esas madres, esposas. Las he visto en Buenos Aires haciendo colas los días de visita para entrar a la cárcel, para ver a su hijo o a su esposo que se portó bien, por decirlo en lenguaje sencillo, pero no los dejan porque siguen siendo de casa. Cómo nos enseñan esas mujeres. En la sociedad, ¿no debería suceder también lo mismo?
Y, sin embargo, nuestras relaciones sociales o el juego político en el sentido más amplio de la palabra –no olvidemos que la política, decía el Beato Pablo VI es una de las formas más altas de la caridad – muchas veces este actuar nuestro se basa en la confrontación, que produce descarte. Mi posición, mi idea, mi proyecto se consolidan si soy capaz de vencer al otro, de imponerme, de descartarlo. Así vamos construyendo una cultura del descarte que hoy día ha tomado dimensiones mundiales de amplitud. ¿Eso es ser familia? En las familias todos contribuyen al proyecto común, todos trabajan por el bien común, pero sin anular al individuo; al contrario, lo sostienen, lo promueven. Se pelean, pero hay algo que no se mueve: ese lazo familiar.
Las peleas de familia son reconciliaciones después. Las alegrías y las penas de cada uno son asumidas por todos. ¡Eso sí es ser familia!: si pudiéramos lograr poder ver al oponente político o al vecino de casa con los mismos ojos que a los hijos, esposas, o esposos, padres o madres, qué bueno sería. ¿Amamos nuestra sociedad o sigue siendo algo lejano, algo anónimo, que no nos involucra, no nos mete, no nos compromete? ¿Amamos nuestro país, la comunidad que estamos intentando construir? ¿La amamos sólo en los conceptos disertados, en el mundo de las ideas? San Ignacio – permítanme el aviso publicitario –, San Ignacio nos decía, en los ejercicios, que el amor se muestra más en las obras que en las palabras.
¡Amémosla a la sociedad en las obras más que en las palabras! En cada persona, en lo concreto, en la vida que compartimos. Y además nos decía que el amor siempre se comunica, tiende a la comunicación, nunca al aislamiento. Dos criterios que nos pueden ayudar a mirar la sociedad con otros ojos. No solo a mirarla, a sentirla, a pensarla, a tocarla, a amasarla.
A partir de este afecto, irán surgiendo gestos sencillos que refuercen los vínculos personales. En varias ocasiones me he referido a la importancia de la familia como célula de la sociedad. En el ámbito familiar, las personas reciben los valores fundamentales del amor, la fraternidad y el respeto mutuo, que se traducen en valores sociales esenciales, y son la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad.
Entonces, partiendo de este ser de casa, mirando la familia, pensemos en la sociedad a través de estos valores sociales que mamamos en casa, en la familia: la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad.
Leer complete en el enlace de abajo:
Francisco escucha el testimonio de ecuatorianos de distintas culturas y razas. También se reúne con representantes de los indios de la región amazónica. Dos mujeres y un hombre darán su testimonio y el Papa pronunciará un discurso. La transmisión comienza a las 17:45.
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